SuNsHiNe DaIsY

Tiempo de luchas. Tiempo de desafíos. Tiempo de vivir los días paso a paso, segundo a segundo. Tiempo de errores y de promesas; de romper promesas y volver a errar. Tiempo de aprender del pasado y vivir el presente. De no pensar en el futuro porque es muy lejano, tiempo de vivir.

De pelear contra el mal que aparece tentador, tiempo de lágrimas, de vergüenza, de heridas y de dolor. Tiempo de afrontar las mañanas con miedo, pero de ver asomar la noche con orgullo. Tiempo de pequeñas metas y grandes etapas cumplidas. Tiempo de volver a caer en lo mismo, pero luego renacer de las cenizas. Tiempo de valorar a quien está cerca, de apreciar a los que han dado su apoyo incondicional y a los que lo dejaron todo por un par de palabras.

Tiempo de agradecer a DIOS por la vida, por mantenerme viva, por darme la fuerza que necesito para vivir, por estar ahí en cada momento, en cada caída y en cada pequeño paso cumplido; por perdonarme cuando vuelvo a tropezar y ayudarme a levantarme, a limpiar mis heridas y seguir adelante.

Agosto 28.
Dos mil siete.
Dos mil ocho.
Una batalla que sigue.
Un sol que asoma detrás de la tormenta.