10/25/2010
No me hagas escribir tu historia de amor
Terminadas las compras del día, se apresuró a coger el bus. Caminó hacia el paradero mientras comía el último pedazo de su panini de queso con tomate. Apenas hubo botado el envoltorio, vio que el bus se asomaba por la esquina. ¡Justo a tiempo!
El bus de la línea 4 iba inusualmente lleno, tanto así que tuvo que caminar hasta el último asiento para encontrar un espacio libre. Arregló sus compras para que cupieran dentro de una sola bolsa, y sacó su libro. Mirar por la ventana era demasiado peligroso para su salud mental, ya que con el paisaje seguramente iba a ponerse a pensar en… Detuvo su corriente de la conciencia ahí mismo y se puso a leer. ¿En qué iba? Ah, sí, Carlos recibía una carta de un tío que estaba enfermo y se levantaba a la medianoche para ir a visitarlo.
Un joven de cabellera clara la distrajo momentáneamente de su lectura cuando montó las escaleras de la parte trasera del bus. Ella trató de no dejar volar su imaginación, y se obligó a mantener los ojos en el libro. Increíble que ahora todo le recordaba a él. Todo. Tan cerca queda el odio del amor… ¡Tan difícil era dejar de pensar en él! Sacudió su cabeza e intentó concentrarse nuevamente en su libro. El recuerdo de su primer beso con él resucitó un millón de mariposas y un escalofrío corrió por su cuerpo. Sonrió y miró por la ventana mientras esa voz en su interior intentaba regresar su atención a la serie de hojas impresas que afirmaba entre sus manos en forma de novela antigua.
Pero ya era muy tarde. La novela se hallaba ahora en los enredos de su vívida imaginación. El joven de cabellera clara era él, porque él todavía la amaba y jamás la iba a dejar de querer. El joven había corrido detrás de ella y había cruzado mares para verla una vez más y decirle que no la iba a dejar ir. Ella era todo para él, y nadie más iba a reemplazarla en su corazón.
Corazón… Corazón… ¿Corazón? Corazón delator. Sí, como el cuento de Poe. Su corazón latía tan desmesuradamente hasta el punto de estar segura de que si su vida terminaba ahí mismo, él iba a seguir escuchando los latidos que su corazón sin vida le dedicaba.
Pestañeó un par de veces y Carlos había arribado ya a la casa de su tío enfermo. Suspiró y miró a su alrededor. En el bus el joven de cabellera clara caminaba hacia la puerta preparándose para bajar en la próxima parada. No era él. No podía ser él. Jamás iba a ser él; al menos no aquí. Él no saldría corriendo tras ella. Él ya la había olvidado, sus palabras habían sido en vano porque -tristemente lo había aprendido- sus palabras no tenían peso. Iban y venían con el viento, y cualquier suave brisa se las podía llevar. No, sus palabras no eran de confiar. ¿Por qué su corazón no podía comprender esta simple pero cierta tragedia? Seguía latiendo con cada batir de las alas de las miles de mariposas que aún volaban cuando recordaba algún momento con él. Su corazón, estúpido e inocente, seguía latiendo en vano. Quizás… quizás lo iba a dejar latir, dejar que lata hasta que explote. Que la sangre se derrame luego por el suelo hasta yacer sin vida en medio del mundo que sigue girando. Él no iba a venir. La novela en sus manos avanzaba frente a sus ojos, pero su mente ya no la seguía. Ella había creado otra novela en su mente. Una novela peligrosa; un cuento de mentiras; una fábula sin moraleja.
Reconoció el paisaje y cerró su libro. Se acercó a la puerta y descendió del bus… Él no venía detrás.
17:48 Posted in Dia a dia..., Life, Stories by Raquel Stewart | Permalink | Comments (0)
03/31/2008
Extracto de Escritos
[ EXTRACTO ]
(...) No, ¡no podía! Dos simples y cortas palabras que nunca antes había dicho. Al menos, nunca con este preocupante significado. Era difícil, ¡tan difícil! Pero ella lo tenía que saber. Alguien lo tenía que saber. Era un secreto demasiado grande como para cargarlo sola. Titubeé. Titubeé mil veces. Me agarraba el brazo. Y lo soltaba. Me sudaban las manos. Miraba el suelo, las cortinas, el escritorio. Jugaba con el pie. Susurraba monosílabos. Todo mientras su angustia y preocupación se hacían cada vez más notorias. ¡Y cómo no!, ¡si yo actuaba así! Finalmente, lo dije. Tan bajito que apenas yo me escuché. Pero ella sí. O al menos, leyó mis labios. (...)
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07/01/2005
** Como Era Antes (2004)
CAPÍTULO I:
RAFA dice: hola.
Jofi te AMA dice: hola.
RAFA dice: ¿cómo estás?
Jofi te AMA dice: bien, ¿y tú?
RAFA dice: súper bien, o sea, ¡mejor que tú!
Jofi te AMA dice: nadie está más feliz que yo hoy.
RAFA dice: ¿ah sí?
Jofi te AMA dice: te lo aseguro.
Y así empezó Josefina (conocida por sus amigas como Jofi) a chatear con Rafael, su amor secreto, aunque en realidad, él era uno de los pocos que no lo sabía...
Todo había empezado hace algunos meses...
Ella y Rafael coincidían en el gusto por la fotografía, por lo que a la vez coincidían en una actividad extra-programática de su colegio. Se llevaban bien, conversaban bastante, pero ninguno había sentido algo más que amistad por la otra persona.
Pero sucedió que aquel día, hace exactamente dos meses, era la primera exposición oficial del taller de fotografía, y como es de esperarse, Josefina y Rafael se encontraron y conversaron. Fue desde ese día que Jofi empezó a sentir algo más por su compañero, y sin sospechar lo que vendría, le contó, entre otras, a su amiga Claudia, también integrante del taller. Claudia no tardó dos días en informarle que... ella también amaba a Rafael.
Desde entonces, cartas de amor volaron a las manos de Rafael a través de las mensajeras Jofi y Claudia. Cartas anónimas suplicando una respuesta que nunca llegó.
El día de la declaración ya había sido planeado, pero aquí se encontraba Jofi, sentada frente a su computador, feliz, nerviosa, indecisa.
Chateaba ahora con Rafael y con su amiga Antonia, y la conversación transcurría más o menos así:
Anto: hola a los dos.
RAFA dice: hola.
Jofi te AMA dice: hola Antonia.
Anto dice: ¿cómo están?
Jofi te AMA dice: ¡Feliz!, ¿y tú?
Anto dice: yo... bien no más ¿y por qué tan feliz?
Jofi te AMA dice: tú sabes.
Anto dice: no, no sé, y tampoco sé para quien va tu apodo de chat... ¿a quién amas?
Jofi te AMA dice: Anto, yo que tú me callo.
Anto dice: ¿y por qué?
Jofi te AMA dice: ¡¡PORQUE TÚ YA SABES!!
Anto dice: ¿que yo sé qué?
Jofi te AMA dice: ¡quién me gusta!
Anto dice: no, no lo sé.
Jofi te AMA dice: yo sé que sabes así que mejor cállate.
Anto dice: ¡se me olvidó! ¡Recuérdamelo!
RAFA dice: ¡dime a mí!
Anto dice: ¡ya pues!, ¡dile al Rafa o se va a poner a llorar!
RAFA dice: buaaa... snif.
Anto dice: ¿viste?
Anto dice: oigan, me tengo que ir. Cuídense y pololeen harto, chao.
Jofi te AMA dice: Anto...
En realidad Antonia sabía que Jofi amaba a Rafael, y lo que había dicho, lo había dicho con la intención de ayudar. Ahora ella se había salido del chat, por lo que Jofi y Rafael estaban solos...
Jofi te AMA dice: bueno, ¿te digo quién me gusta?
RAFA dice: está bien.
Jofi te AMA dice: ¿me prometes mantenerlo en secreto?
RAFA dice: sí.
Jofi te AMA dice: no te enojes, pero yo soy una de las que te escribe las cartas anónimas.
Al escribir estas últimas palabras, Jofi literalmente saltaba en su asiento, mientras pensaba en el fin de su amistad con Rafael, pues imaginaba que él se enojaría con ella de por vida. La sorprendieron sus palabras:
RAFA dice: oh ¡qué bien!
RAFA dice: a mi igual me gustas.
Jofi te AMA dice: ¿en serio?
RAFA dice: sí, me gustas mucho.
Jofi realmente no sabía si esto era real, se creía en un sueño. Su gran amor correspondía su sentimiento ¿acaso esto era un cuento de hadas?
Jofi te AMA dice: tenía que decírtelo.
RAFA dice: te entiendo.
RAFA dice: cuando me entregabas las cartas, yo siempre pensaba "ojalá que las escriba la Josefina, ojalá que le guste..."
Jofi te AMA dice: tu deseo fue concedido.
RAFA dice: ¡sí!
RAFA dice: Oye Jofi, ¿quieres pololear conmigo?
Jofi apenas respiraba, miraba atónita la pantalla de su computador. No respondió por varios minutos, minutos que parecían eternos.
Alejandra, una de sus mejores amigas, acababa de entrara al chat, y Jofi, resumiendo un poco, no tardó en contarle lo que estaba sucediendo.
Rafael calmó sus nervios: "si quieres, responde otro día" le dijo, y luego se despidieron.
Josefina apagó el computador. Miró sus manos, miró el teclado, la pantalla, observó la pieza en la que se encontraba... se quedó paralizada por varios segundos, luego reaccionó y tomó su cabeza entre sus manos.
-¡Qué hago! -Se susurraba- ¡Qué hago!
CAPÍTULO II:
El teléfono sonó en la casa de Pilar.
-¡Llaman a Josefina! -no tardaron en gritar.
Jofi cogió el teléfono. Pilar, Daniela, Javiera y Alejandra se acercaron, curiosas.
-¿Aló? -dijo Jofi.
-¡Jofi! Hola, soy la Francisca.
-Hola Fran.
-Oye, debes saber algo: el Rafa le contó a la Claudia todo lo que pasó anoche en el chat entre tú y él, y ella le va a contar esta noche que ella es su otra admiradora.
Jofi escuchaba atenta a su otra mejor amiga.
-¿Quieres venir a mi casa para que puedas chatear con él? -siguió Francisca.
-Tengo que preguntar, pero yo creo que sí puedo -le contestó Jofi.
Luego colgaron el teléfono.
Daniela, Javiera y Alejandra también se encontraban en la casa de Pilar, y por supuesto ya sabían todo lo que había pasado entre Jofi y Rafael la noche anterior.
No podían creerlo: el amor secreto de Jofi, aquella angelical niña, estaba enamorado de ella también, y más encima, le había pedido pololeo.
Aquella misma noche, Jofi fue a la casa de su amiga Francisca.
Ilusionada y nerviosa, entró al chat, frente a los ojos de Francisca, y de su hermana, Martina, quien también era muy amiga de Jofi.
-No está -suspiró Josefina decepcionada.
-Pucha. Bueno, vamos a comer algo -sugirió Martina.
En ese mismo momento, Rafael entró al chat.
Fran, Martina y Jofi gritaron al unísono.
-¿Qué pasa? -preguntó la mamá de Fran.
-¡Nada!
-¡Nada!
-¡Nada!
RAFA dice: hola.
Jofi dice: hola.
RAFA dice: ¿pensaste en una respuesta?
Jofi dice: sí.
RAFA dice: ¿y qué respondes?
Jofi dice: que sí.
CAPÍTULO III:
El próximo día en el colegio, Jofi y Rafael no se hablaron. ¿La razón? Vergüenza. Fue solo al final de la jornada cuando intercambiaron palabras y pasearon juntos por un rato.
La próxima vez que se vieron fue en la fiesta de cumpleaños de Martina, quien cumplía 12.
Ahí, en un rincón, sin persona alguna que fuera testigo, Rafa le pidió a Jofi que cerrara los ojos. Lentamente él acercó su cara hasta tocar con sus labios los de ella
Cuando Josefina abrió los ojos, le costó recordar dónde estaba. Los gritos de los niños jugando parecían lejanos. Había vivido su primer beso... con Rafael.
Tuvo sumo cuidado a la hora de comer, pues quería que la esencia de sus labios le quedara impregnada en los de ella por el mayor tiempo posible.
Pero fue algo extraño lo que sucedió con Josefina en los días después de su primer beso, pues sentía que quería cada vez menos a Rafael. O sea, igual lo amaba, pero no con tanta fuerza como antes.
Las vacaciones de verano se acercaban, lo que significaba que Jofi y Rafael no se verían por más de dos meses, pero a decir verdad, en época de clases solo se veían ocasionalmente.
Finalmente el día llegó, Jofi y su familia viajaron. El viaje duraría dos meses. ¿La distancia fortalece el amor? En este caso, eso no se aplicó.
Un día, conversando con su primo, Jofi le empezó a contar acerca de su relación con Rafael. Su primo escuchaba atento.
-Pero ahora no estoy segura de lo que siento -añadió Jofi al final.
-¿Cómo? -se extrañó su primo.
-Es que estoy confundida. Un día lo amo, al otro lo quiero sólo como amigo, y al día siguiente, me da asco.
-¿¡Cómo tanto!?
-Ni yo me entiendo...
-¿Y ahora qué sientes?
-Estos últimos días he sentido hacia él cariño, nada más.
-Pero si no estás segura de lo que sientes, no deberían seguir pololeando.
-Si sé, pero me pongo tan nerviosa al pensar en lo que tendría que decirle al terminar. Además, después yo lo voy a querer como amigo, ¡y después me va a dar vergüenza mirarlo!
-Pero terminar es lo mejor para los dos, porque si siguen pololeando, él te va a querer cada vez más, mientras que tú lo vas a querer cada vez menos.
-Entiendo que sea mejor, pero me da mucha vergüenza hacerlo.
-Háblale y explícale, y dile que lo haces por su bien.
Y así siguieron conversando hasta que la mamá de Jofi le dijo a su hija que era hora de irse.
Josefina se sentía aliviada. Había encontrado en su primo un gran amigo. Una persona en la que podía confiar. Una persona que la escuchaba. Una persona que la corregía en vez de criticarla.
Sentía haber descubierto a su primer mejor amigo.
CAPÍTULO IV:
El primer día de clases fue quizás uno de los más nerviosos en la vida de Jofi. No quería ver a Rafael, pues realmente sentía que no lo amaba. Habían pasado tres meses desde la última vez que se habían hablado, y supuestamente, seguían pololeando.
Pero el primer día de clases cambió todo.
Alejandra se acercó a Jofi en un recreo.
-Oye, tengo que contarte algo súper importante.
-¿De qué se trata? -preguntó Jofi a su gran amiga.
-Es... relacionado con el Rafa.
-Ah. Bueno, no me importa mucho, pero igual dime.
-Es un rumor súper grande que andaba en el verano... me contaron que el Rafa en las vacaciones conoció a otra niña, se enamoró de ella, están pololeando, y no está ni ahí contigo.
Jofi se quedó paralizada. Repentinamente, y en un acto inexplicable, y que por cierto iba en contra de sus deseos, los sentimientos de Jofi hacia Rafael cambiaron bruscamente. Jofi no supo cómo reaccionar frente a su amiga.
Siguió enamorada del Rafa hasta casi fines de Abril. A veces lo veía en los recreos, o esperando el bus a la salida del colegio, pero no se hablaban... aún.
Un día Claudia (quien en el verano le había dicho a Jofi que ya no amaba a Rafael) le dijo a su amiga que el colegio iba a hacer una exposición de fotografías, y planeaba reunir a los participantes del taller del año anterior para que estos organizaran el evento.
Jofi nuevamente no supo qué decir.
-Pero al fin llegará la hora de hablarle -pensó.
Y evidentemente, la hora llegó.
-¡Estoy demasiado nerviosa! -tartamudeó Jofi tiritando.
-Pero cálmate, si lo mejor es que hablen -le dijo Claudia.
Jofi tiritaba de nerviosismo mientras se dirigía junto a su amiga a la sala en la que se encontraban los otros integrantes, entre ellos, Rafa.
Jofi veía cada vez más cerca la puerta de la sala. Finalmente, estaban tan cerca que escuchaban las voces de Rafa y de los otros integrantes. Se acercaron aún más. Claudia tomó la manilla de la puerta, la giró yentraron.
Un hola general de ellas hacia el resto, y del resto hacia ellas.
Jofi evitó mirar a Rafael, pero en momentos no pudo resistir. Por suerte miraba cuando él le daba la espalda.
No intercambiaron palabra, excepto al final, cuando quedaban solo tres personas. Rafa les hizo una pregunta a Jofi y a Claudia, y la respuesta era simplemente un sí o un no. Luego se fueron a sus respectivas casas.
CAPÍTULO V:
-¡Claudia!, ¡espera! -gritó Antonia mientras corría a alcanzar a su amiga, quien se detuvo para esperarla.
-¿Qué pasó? -preguntó a Antonia.
-Es que me gustaría participar en la exposición de fotografías, y quiero saber a qué profesor le debo pedir permiso.
-Mira, nosotros nos quedamos en el colegio después de clases para planear todo. También viene el profesor, así que yo creo que tú también te puedes quedar para que tengas una idea de cómo va a ser la exposición -respondió Claudia.
-Está bien, me quedaré. Nos vemos -se despidió Antonia y regresó a la sala.
Cuando sonó el timbre para irse a la casa, Claudia, Antonia y Josefina no se apresuraron en salir de la sala de clases, pues aún quedaba media hora para que los integrantes del taller se reunieran.
-Creo que deberíamos aprovechar este tiempo para decirle al profesor que yo también quiero participar -informó Antonia.
-Bueno, vamos a buscarlo -dijo Claudia, y las tres salieron de la sala.
Después de caminar un rato por el colegio, divisaron al profesor entrando a su oficina, y corrieron hacia allá.
Tocaron a la puerta. Mientras esperaban a que el profesor abriera, vieron que Rafael se dirigía hacia allá también. Cuando el profesor abrió la puerta, el ya estaba junto a ellas. Jofi evitó mirarlo.
-Pasen.
Claudia, Antonia y Jofi se disponían a entrar, pero Antonia detuvo a su amiga.
-Prefiero que solo una me acompañe -le dijo a Jofi.
-Genial -pensó mientras Claudia y Antonia entraban a la oficina- ahora yo y el quedamos solos. ¿Me hablará? -se preguntó miraba fijamente una pared, como si ésta contuviera la respuesta a su pregunta.
Después de un rato así, pensó que mirar fijamente una pared se podría ver algo estúpido, así que se volvió hacia Rafael, pero sin mirarlo.
-También necesito hablar con el profesor. ¿Crees que se demoren? -fueron las primeras palabras de él.
-No sé -respondió fríamente Jofi.
Siguieron en silencio por casi un minuto más, hasta que Rafael habló:
-Jofi, yo creo que tenemos que hablar -dijo.
-Sí dijo Jofi, -con una voz que también decía "tienes mucho que explicarme."
-La Claudia me dijo que habías escuchado muchos rumores...
Jofi asintió con la cabeza. Hace unos días había mandado a su amiga a decirle a Rafael lo que ella había escuchado, y de paso, preguntarle si aquello era verdad.
-También me han dicho que tú andas diciendo cosas feas acerca de mí -Jofi no mintió.
-Sí, si la Claudia me dijo todo eso.
-¿Y tú qué dices?
-Sólo quiero que sepas que nunca he dicho cosas malas acerca de ti.
Jofi no contestó.
-De todos modos, creo que es mejor que no sigamos pololeando.
-Sí sé.
-Pero no quiero perder tu amistad -continuó Rafael.
-Yo tampoco. Tú me caes súper bien, y eres súper simpático.
-Tú también.
En ese momento Claudia y Antonia salieron de la oficina. Los cuatro sonrieron.
-¿Vamos a reunirnos con el resto? -sugirió Rafael.
-Nosotras vamos enseguida, pero necesitamos ir a buscar nuestras cosas a nuestra sala -respondió Antonia mientras ella y Claudia tiraban a Jofi hacia el otro lado del colegio.
-¿Y qué pasó? ¿Hablaron? ¿Terminaron?
-Sí.
Antonia y Claudia se miraron. Las tres amigas se abrazaron.
CAPÍTULO VI:
Pero esta historia no termina ahí. Esa misma noche, Jofi escribió en su diario de vida.
"...Pero Diario, fue tan extraño ese momento, porque en un segundo lo amaba y al otro no, y de repente sentí como que ambos momentos se mezclaban. ¿Será que lo amaba tanto que parecía que no lo amaba? Es difícil de explicar lo que entonces sentí, pero esta noche, cuando en mi casa todos duermen, decido secretamente que lo amo..."
Por tres meses siguió Jofi enamorada de Rafael. Cuando se cruzaban en el patio del colegio se murmuraban un "hola", y cada uno seguía su camino.
Ella sabía que por su bien debía olvidarlo, pues habían quedado como amigos, y de seguro que él no quería nada más con ella.
Sin embargo, un día ya no aguantó más.
Sentada frente a su computador, le escribió unas pocas, pero grandes, palabras a Rafael. Luego llamó a su amiga Claudia.
-¿Aló?
-Claudia, hola, habla la Jofi.
-¡Hola!
-¿Cómo estás?
-Bien, ¿y tú?
-Bien, aunque un poco nerviosa. Le acabo de escribir un e-mail al Rafa pero no sé si enviárselo.
-Léemelo -suplicó Claudia.
-"Rafa, no te he podido olvidar, aunque supongo que tú a mí sí. Sólo quería decirte eso. Te ama, Jofi."
-¡Tremenda declaración!
-¿Se lo envío? -preguntó Jofi.
-La verdad es que no sé. ¿En realidad quieres decírselo?
-Sí...
-Entonces mándaselo.
Obedeciendo a su amiga y a sus propios sentimientos, Jofi apretó el botón "enviar", y las dos amigas siguieron hablando por media hora más...
-¡Respondió! -gritó Jofi.
-¡¿Y qué dijo?! ¡Léemelo!
-"Quiero hablar contigo mañana después de clases, Rafa."
-¡Jofi! ¡Se te va a declarar! -gritó Claudia emocionada.
-No quiero imaginarme cosas, porque después no resultan.
-Bueno, yo creo que te va a ir bien.
-Gracias amiga.
Siguieron hablando hasta que la mamá de Jofi le dijo que ya era muy tarde para estar hablando por teléfono, y tuvieron que colgar.
El próximo día, en el colegio, Jofi evitó salir al recreo, simplemente por el nerviosismo que le daba ver a Rafael.
Cuando sonó el timbre, no se apresuró a salir de la sala, al contrario. Alejandra y Francisca la miraban.
-¿Te esperamos? -preguntó la primera.
-No, gracias.
Alejandra y Fran se miraron, confundidas, luego miraron a Jofi. Generalmente no le gustaba salir sola de la sala. Le preguntaron si todo estaba bien.
Resumiendo, Jofi les contó a sus amigas lo del e-mail, y de la respuesta de Rafael.
-Yo creo que te va a decir que él también te quiere -informó Francisca.
-Sí, yo también -dijo Alejandra.
-Ojalá -dijo pensativa Jofi.
-Bueno, entonces será mejor que nos vayamos, Fran.
-¡Me estoy poniendo súper nerviosa! -gritó Jofi.
-Te deseamos lo mejor, amiga -dijo alegremente Alejandra.
-¡Gracias! -alcanzó a gritar Jofi mientras sus dos amigas desaparecían tras la puerta, dejándola sola en la sala de clases.
No tuvo que esperar mucho para ver a Rafael asomándose por la ventana. Al ver que Jofi se encontraba sola, entró.
-Hola.
-Hola.
El saludo fue seguido de un silencio, silencio que se hizo muy incómodo para Josefina. Por suerte no duró mucho.
-Me sorprendió recibir tu e-mail.
-No podía aguantar un día más sin que lo supieras.
-Tú me atraes continuó Rafael.
Jofi decidió que esa no era la mejor noticia, porque a esta edad, a alguien le podían atraer muchas personas, pero sólo una era el verdadero amor. Sin embargo, no le dijo nada de eso a Rafael.
Él sentía algo por ella, y por mínimo que fuera, Jofi debía aprovecharlo. Aún no sabía lo equivocada que estaba.
-Pero te quiero preguntar si ¿quieres pololear conmigo?
Jofi se sentí feliz, pero a la vez, confundida. Recordó, repentinamente, el año anterior, y todo se le vino encima.
Si bien Josefina estaba muy conforme consigo misma, y agradecía a Dios por haberla hecho tal cual era, también tenía defectos. El que más la complicaba era la timidez para decir algunas cosas.
El año anterior, Jofi no les había contado a sus padres que estaba pololeando, y aunque ya habían pasado seis meses, ellos aún no lo sabían.
Francisca le decía que eso era desconfianza, pero Jofi sabía que no era esa la razón. Ella quería mucho a sus padres, sabía que ellos querían siempre lo mejor para ella, y aunque nunca se los había dicho, estaba agradecida de todo lo que ellos le habían dado.
A Jofi le daba vergüenza que sus papás supieran que ella había aprendido a amar.
Pero fue esto lo que le había traído muchos problemas el año anterior, ya que no podía salir a lado alguno con Rafael.
Ni intentó engañar a su mamá, diciéndole que iba a salir con amigas, ya que para mentir, no podríamos decir que Jofi era muy buena.
-¡Jofi! ¡No contarle a tu mamá es una mentira! -le decía Juana.
-No, no lo es, eso es simplemente no contarle. Si me pregunta si me gusta el Rafa, y le digo que no, ahí recién sería mentira -se defendía Jofi.
Pero ahora no se encontraba hablando con Juana. Tenía a Rafael al frente, y él le había hecho una pregunta.
-La verdad es que no sé. Tú me gustas mucho, pero no quiero que pase lo mismo del año pasado. Me refiero a que mi mamá no me dejaba salir -respondió Jofi.
-Pero quizás ha cambiado, y a lo mejor ahora sí te deje.
-A lo mejor...
-Vuelvo a preguntarte: ¿quieres pololear conmigo?
Jofi pensó por dos segundos.
-Bueno -dijo, y luego, mirándolo a los ojos le sonrió y le dijo-: sí.
Se miraron por varios segundos, y luego se fueron acercando hasta besarse. Por varios minutos siguieron así, hasta que escucharon pasos afuera de la sala.
-No es nadie -dijo Rafael- solo un profesor bajando la escalera.
-Ah dijo Jofi.
-Bueno, yo creo que mejor nos vamos.
-Sí, mejor.
Tras mirarse, se volvieron a besar.
CAPÍTULO VII:
El próximo día, Francisca y Alejandra fueron las primeras en enterarse de lo que había pasado.
Aunque compartían la opinión de que no era la mejor noticia el que Rafael había dicho que le atraía Jofi, se sentían felices por su amiga.
-¿Le contaste a tu mamá? -preguntó Francisca.
-No.
-¿Le vas a contar? -preguntó Alejandra.
-Sí, no voy a cometer el mismo error dos veces. La cosa es que no sé cómo contárselo.
-¡Diciéndoselo! -le dijo Fran.
-Pero para mí no es tan fácil.
-¿Y si le escribes una nota? -sugirió Alejandra.
-Estaba pensando en lo mismo -sonrió Jofi.
Al otro día sus amigas la esperaban, ansiosas. Querían saber si la mamá de Jofi sabía que su hija estaba pololeando.
-¡Ahí viene! -gritó Pilar.
Todas corrieron.
-¿Le contaste?
-¿Qué dijo?
-¿Te retó?
-¿Te dio permiso?
-¡Cálmense! -Gritó Jofi entre risas- Sí, sí le conté, me dio las gracias por contarle, por supuesto que no me retó, y yo le conté, no le estaba pidiendo permiso. En todo caso, no me lo impidió.
-Y le...
-Pero lo malo -interrumpió Jofi- fue que el Rafa me llamó para invitarme al cine, y mi mamá no me dejó.
-¡¿Por qué?! gritó Juana.
-Me dijo indirectamente que si iba al cine, él me iba a dar un beso.
-¡¿Y eso qué tiene?! gritó Claudia.
-La verdad es que no sé. Quizás piense que soy muy chica para besar.
-¿Tú con el Rafa jamás se han besado? -preguntó Daniela.
-¡Obvio que sí! -respondió Jofi.
-No sé qué definición tiene tu mamá sobre el pololeo -suspiró Claudia.
-Yo tampoco.
-Yo tampoco.
-Sí, -dijo Jofi- yo tampoco lo sé, pero ya le conté, y no me arrepiento.
-¡No te arrepientas! ¡Es mucho mejor que tu mamá sepa! -dijo Francisca.
-¿Subamos? -sugirió Pilar.
-Suban ustedes, yo tengo que ir a hablar con Rafa -dijo Jofi mientras empezaba a caminar.
-¿Por qué? -preguntó curiosa Juana.
-Le tengo que avisar que con mis papás vamos a viajar la próxima semana.
-¿Todavía no sabe? -preguntó Daniela.
-Sí, sí lo sabe, lo que aún no sabe es que me voy en una semana -aclaró Jofi-. Las veo en clases -terminó, y corrió a buscar a Rafael.
Sus amigas se quedaron conversando.
-¡No sé cómo la Jofi tiene tan mal gusto! -suspiró Francisca.
-Acuérdense que la Jofi es la persona menos superficial que conocerán en toda su vida.
-La Jofi no más se enamora de la simpatía, -dijo Pilar- aunque igual admite que es lindo -rió.
-Pero en verdad yo no confío mucho en los sentimientos del Rafa -dijo Alejandra preocupada-. Capaz que haya vuelto con la Jofi por pena, o peor aún, pienso que la puede estar usando.
-¿Le has dicho a la Jofi? -preguntó Claudia.
-Obvio que sí -respondió-, pero está tan enamorada que no sabe si creerme o no.
-Ojalá que no sufra.
-Sí, ya sufrió por él una vez, y no quiero que sufra de nuevo.
-Yo tampoco.
CAPÍTULO VIII:
"¡Hola Alejandra! ¿Cómo estás? Yo estoy muy bien. Acabo de llegar ayer en la tarde, y nos estaremos quedando en un hotel súper lindo. Por suerte hay computadores, así que les puedo escribir.
¿Qué has hecho? ¿Cómo lo has pasado? ¿Te has juntado con la Juana o la Francisca o la Pilar o alguna de las otras niñas?
Bueno, como llegué ayer, no tengo mucho que contarte, pero quizás te vuelva a escribir mañana o pasado.
Ahora me tengo que ir porque vamos a salir a cenar.
Chao, cuídate, ¡responde pronto!
Tu amiga, Jofi.
PD: ¿Has sabido algo de mi Romeo? No me ha respondido mis e-mails..."
Apretó el botón "enviar", luego apagó el computador y subió a la habitación.
-¡Por fin subiste, Josefina! -Exclamó su madre-, ya pensamos que te habías ido sola a comer -bromeó.
Jofi rió.
-O que te habías encontrado un buen hombre con quien salir -dijo su padre.
Jofi se sonrojó y se fue a arreglar.
Durante toda la cena pensó en Rafael.
Antes que se fueran de viaje, ella le había mandado cuatro e-mails, y él: nada. No le parecía importar mucho el hecho de que no iba a ver a su polola por un mes. Ni siquiera la había llamado para desearle buena suerte.
Jofi recordó las palabras de su amiga Alejandra:
-¡Jofi!, ¡reacciona! El Rafa no se muestra interesado, te puede estar usando, y te va a hacer sufrir -le había dicho hace algunas semanas.
No sabía qué pensar. Amaba mucho a Rafael, y quizás era por eso que no veía claramente la realidad.
Si Alejandra le había dicho eso, era porque en verdad lo creía. Jofi, a decir verdad, tampoco estaba ciento por ciento segura de lo que Rafael sentía por ella.
-¡Tan callada que estás, Jofi! -las palabras de su padre la hicieron aterrizar.
-¿Sí? -fue lo único que se lo ocurrió responder.
-¿En qué piensas? -le preguntó su madre.
Jofi odiaba esa pregunta. Siempre se la hacían, y pareciera que nunca se cansaban de hacérsela. Pero ella creía que los pensamientos eran privados e íntimos, por lo que no los divulgaba.
-En nada -ra su típica respuesta, y hoy no fue excepción.
Ss padres se miraron con incertidumbre, pero siguieron comiendo en silencio hasta que surgió un tema de la boca de la madre de Jofi. Eso tranquilizó las cosas.
CAPÍTULO IX:
Se demoró en guardar sus cosas en la mochila. Sabía que Rafael siempre hacía eso, también.
Cuando llegó a su sala, él era el único que aún estaba ahí, pues obviamente sus compañeros ya se habían ido a casa.
Se quedaron mirando por algunos segundos. Él no sabía que ella ya había llegado de su viaje. ¿Cómo iba a saberlo, si no había contestado ninguno de sus e-mails?
-Hola.
-Hola.
-¿Cuándo llegaste?
-El sábado.
-Ah. ¿Cómo lo pasaste?
-Bien, súper bien.
Un silencio incómodo se produjo entre Jofi y Rafael. Ninguno sabía como seguir la conversación.
-Quiero hablar contigo -dijo finalmente Rafael.
Jofi sintió un nudo en su estómago. Presentía lo que vendría, y no era muy bueno. Lo miró.
-Es que quería terminar -continuó, mirándola fijamente a los ojos.
Ella adoptó la misma fría posición de él.
-Bueno -le dijo, mostrándose indiferente, cuando en realidad por dentro la invadía una pena enorme.
En ese momento entró el hermano de Rafael a la sala de clases.
-La mamá está esperando -le dijo, luego se fue.
Jofi y Rafael se miraron.
-Chao.
-Chao.
Esa fue la última palabra que se dijeron...
Esperó varios minutos después de que Rafael se fuera para salir ella. Se sentía destrozada. Lo amaba, él no. Alejandra, Francisca, Juana todas le había advertido, pero ella no hizo caso. Lo amaba mucho como para creer que en verdad él no sentía lo mismo.
Había dejado de escuchar a sus amigas por pensar en el. Había hecho locuras por el. Había rogado por el. Todo por el y ahora no quedaba rastro, salvo el gran agujero que sentía en su corazón.
Nada. Había hecho todo, para ahora quedar con nada.
Adornó su cara con una falsa sonrisa al llegar a su casa. Esa sonrisa que siempre llevaba, y que hoy no podía aparecer. Su madre no parecía notar la diferencia, y si es que la notó, no preguntó.
Ese día, nadie se enteró de la ruptura. Fue una semana después cuando recién Alejandra y Francisca vinieron a enterarse, y de ahí Jofi les contó a sus otras amigas.
Sin embargo, no le contó a su mamá, no quería contarle. Nunca expresaba sus sentimientos frente a ella, pues le daba vergüenza hacerlo.
Un mes después de haber terminado, su madre le preguntó si seguían pololeando. Jofi negó con su cabeza, pero como no quería entrar en detalles, el movimiento de su cabeza fue lo que más dijo a su mamá.
A diferencia de la ruptura anterior, esta vez Jofi y Rafa no acordaron quedar como amigos, por lo que miradas despectivas estaban a la orden del día. Jofi sentía gran odio cuando lo miraba.
-¡Cuidado con esos ojos, que me vas a matar de susto! -le dijo Antonia, un día en que se dirigían a la biblioteca, y Rafa se les cruzó en el camino.
-Lo odio tanto -respondió Jofi.
-¿Lo odias o lo amas?
Pensó por un momento.
-Creo que las dos -suspiró al fin.
-¡Jofi! ¡Deberías olvidarte de él!
-Si sé, y créeme que trato de hacerlo, pero para mí no es fácil.
-Pucha, sí te entiendo, pero acuérdate que te hizo sufrir mucho.
-Y aún me hace sufrir -aclaró Jofi-. No puedo creer que dejé que me usara continuó.
-¿En verdad crees que te usó?
-Sí, era un fresco. De todas las veces que nos veíamos, casi nunca hablábamos. Me llamaba solamente para darme besos. Y lo que me da más rabia, no con él, sino conmigo, es que ustedes siempre me decían que tuviera cuidado, porque podría salir herida, y yo estaba muy enamorada como para darme cuenta de que podría ser verdad -Jofi se entristeció aún más.
Antonia la abrazó.
-No te preocupes. De los errores se aprende, ¡tú misma dices eso! ¡Vamos Jofi!, ¿dónde está mi amiga optimista y alegre que siempre he conocido?, ¿esa que siempre tiene la frase necesaria para subirle el ánimo a sus amigas?
Jofi sonrió. Esa era una verdadera amiga, Antonia. No la perdería por culpa de un hombre. ¡Ni a ella ni a ninguna otra!
CAPÍTULO X:
DIOS ZEUS dice: hola.
JOFI dice: hola.
DIOS ZEUS dice: ¿quién eres?
JOFI dice: soy amiga de la Daniela.
DIOS ZEUS dice: ah ¿Cómo te llamas?
JOFI dice: Josefina, pero me dicen Jofi, ¿y tú?
DIOS ZEUS dice: Joaquín. Mucho gusto.
JOFI dice: mucho gusto, Joaquín.
DIOS ZEUS dice: oye, supongo que la Daniela te dio mi e-mail, ¿verdad?
JOFI dice: sí.
DIOS ZEUS dice: ah.
JOFI dice: ¿te gusta?
DIOS ZEUS dice: sí, me gusta mucho.
JOFI dice: ¿pero tú sabes que ella te quiere sólo como amigo?
DIOS ZEUS dice: sí, si me lo ha dicho.
JOFI dice: pero, ¿ustedes se conocen en persona o sólo por chat? O sea, ¿se han visto alguna vez?
DIOS ZEUS dice: no, nunca nos hemos visto. La conozco sólo por chat, pero la quiero mucho, y ella es muy tierna conmigo.
JOFI dice: ¿tierna?
DIOS ZEUS dice: sí, me dice que me quiere y que siempre va a ser mi amiga.
JOFI dice: supongo que a ti te gustaría que te dijera un poco más que eso
DIOS ZEUS dice: sí, obvio.
JOFI dice: ojalá que te vaya bien.
DIOS ZEUS dice: gracias.
JOFI dice: oye, me tengo que ir. Chao, cuídate.
DIOS ZEUS dice: chao, tu también cuídate.
Jofi apagó el computador. Cogió el teléfono...
-¿Aló?
-Buenas tardes, ¿estará Daniela?
-Sí, espere un momento.
-Gracias.
Esperó unos segundos hasta escuchar la voz de su amiga al otro extremo de la línea.
-¿Aló?
-¡Hola Dani! Habla la Jofi.
-Hola, ¿cómo estás?
-Bien, ¿y tú?
-Bien también.
-Oye, acabo de chatear con el Joaquín -dijo Jofi entusiasmada.
-Y ¿qué tiene? -preguntó indiferente Daniela.
-Bueno, le dije que tú lo querías como amigo. Para eso me diste su e-mail, ¿no?
-Ah, sí.
-No pareces muy satisfecha.
-Obvio que sí lo estoy, pero la cosa es que no creo que vas a lograr convencerlo.
-Voy a poner mi mayor esfuerzo -aseguró Jofi a su amiga.
-Bueno, gracias, no quiero tenerlo enamorado de mí por más tiempo. Me incomoda.
-Ya te dije que te voy a ayudar.
-Ya. Oye, me tengo que ir.
-Bueno, chao, cuídate.
-Tú también, chao -se despidió Daniela.
Jofi colgó. Era solo un pequeño favor que le había pedido su amiga.
Joaquín se había enamorado de Daniela por medio del chat, pero ella sólo lo quería como amigo. Por esto es que Daniela le dio su e-mail a Jofi, con el fin de convencerlo de que su sentimiento no era correspondido por su amada Daniela.
Jofi abrió el candado de su cajón. En él guardaba sus cosas más preciadas: su diario de vida, sus pensamientos, sus sentimientos, sus penas, sus alegrías y para todo tenía una libreta.
Cogió una a la que aún no le daba un uso específico. Se la había regalado Antonia para su cumpleaños, y era preciosa. Al centro tenía una gran flor blanca, en un fondo verde con pequeñas variaciones de tono. Hasta ese día no se le había ocurrido para qué usarla, pero ahora tenía una idea.
Con varios lápices de colores alegres y suaves a mano, escribió el título en la primera página. Usó distintos tipos de letras: curvas, altas, cuadradas, flacas, gordas en fin. Lo decoró con lo que se le vino a la mente en ese momento. Dedicó media hora al título, pero obtuvo buenos resultados.
-Cartas Para Ti -leyó en voz baja. Le encantaba el nombre.
Cogió otro lápiz y empezó a escribir:
"Estoy enamorada. Sí, como adolescente común y corriente. Enamorada de un niño que quizás alguna vez estuvo enamorado de mí, pero que ahora definitivamente no parece estarlo.
Mi idea no es escribir un libro, pero parece que algo similar terminaré haciendo...
Sin embargo, no es un simple libro, pues en él escribiré cartas de amor a mi amado."
Miró la introducción.
-No está mal -se dijo- ahora a escribir la primera carta.
"Querido Rafa: Hola, ¿cómo estás? Yo no muy bien. La verdad es que no sé qué pensar. No sé si te quiero, no sé si tú me quieres simplemente no sé...
Te quiero amar, pero a la vez no quiero. Te quiero olvidar, pero a la vez no puedo, y tampoco quiero.
¡Cuánto me gustará hablarte! Pero no me atrevo, y a la vez no quiero.
Rafa, estoy a punto de volverme loca, loca de amor, ¡loca de amor por ti!"
CAPÍTULO XI:
Jofi estaba feliz. Este semestre no iba a ser como el de antes. Habían insistido, y los habían escuchado.
-¿Te quedas? -preguntó Juana.
-Sí, hoy empieza el taller de fotografía -respondió Jofi feliz.
-Ah, ¿el Rafa va a estar también?
-No sé, ojalá -le brillaban los ojos a Josefina. Juana rió.
-Bueno, yo me voy. Chao -le dijo, y desapareció tras la puerta.
Jofi siguió ordenando sus cosas con la calma de quien corre detrás de una tortuga.
-¡Lenta! -la voz, seguida de risas, provenía desde la puerta.
Jofi se volvió. Claudia acababa de entrar. Se estaban haciendo muy amigas, y confiaban una en la otra. Jofi estaba dispuesta a contarle su secreto.
-Hola -dijo- es que no me quería apurar, porque aún tenemos 45 minutos.
-Si sé, estaba molestándote -Claudia se rió-. ¿Me ibas a contar algo? -le preguntó, cambiando el tema.
-Sí,- Jofi se sentó al lado de su amiga- lo que pasa es que anoche me dormí pensando en la posibilidad de que a mí me gustara alguien...
-¡¿Quién?! -se sorprendió Claudia.
Jofi se acercó a su amiga, y bajó exageradamente el volumen de su voz.
-El Joaquín -le susurró.
-¡¿Qué?! ¡¿El que está enamorado de la Daniela?!
-Sí, ése mismo.
-Pero ¡¿cómo?!
-No sé, hace un mes que no le hablo, porque parece que le prohibieron usar el computador, pero anoche me acordé de él... y me dormí pensando... y hoy... y ahora... ¡no sé! ¡Claudia!, ¡no sé! Estoy confundida...
-¿Por qué?
-Estoy confundida entre él y el Rafa -admitió Jofi pensativa.
-En ese caso -dijo Claudia decidida- ¡enamórate del Joaquín!
Ambas rieron, pero ambas a la vez sabían que el Joaquín era mejor persona que el Rafael. Ahora sólo faltaba que el corazón de Jofi lo comprendiese.
Siguieron hablando de hombres hasta que se dieron cuenta de la hora, y partieron corriendo a la sala del taller de fotografía, en la que la clase estaba a punto de empezar.
Sin embargo, Jofi no prestó mucha atención a la clase. Estaba pensando en Rafael y en Joaquín. Su corazón aún no se decidía.
Cuando llegó a su casa, escribió otra carta en su libreta.
"Joaquín: Aún no te puedo llamar querido... Hace poco que nos conocimos, pero en ti he encontrado una gran simpatía, y mucho cariño. ¿Me estaré enamorando en verdad de ti? ¿O sólo eres el clavo que quitará el de Rafael?"
Se sintió culpable. No quería que aquello último fuese verdad. Eso sería feo de su parte. Pero ella sentía que en su corazón ardían dos llamas: una grande y furiosa que llevaba tiempo ahí, y otra más pequeña, que acababa de nacer. Eso indicaba que, efectivamente, se podría estar enamorando de Joaquín. Ahora sólo faltaba una cosa: que esa pequeña llama creciera y creciera, hasta apagar para siempre a la grande y furiosa.
CAPÍTULO XII:
Jofi se asustó. En plena clase de química, un papel cayó sobre su mesa. Confusa, miró a su alrededor. Claudia le sonreía. Abrió la misteriosa notita.
-Te traje algo -leyó para sí.
Miró nuevamente a su amiga, quien le guiñó un ojo.
Jofi se movió incómoda en su asiento. ¿Qué sería?
Olvidó el incidente hasta que sonó el timbre que anunciaba el primer recreo.
Claudia se acercó con varias hojas en la mano.
-Ayer chateé con el Joaquín, y te imprimí la conversación -le dijo.
Jofi sonreía feliz, mientras recibía ansiosa los papeles que le había traído su amiga.
-Son buenas noticias -le aseguró ésta.
Jofi se sentó en un rincón a leer. Era algo más o menos así:
DIOS ZEUS dice: hola
Clau dice: hola, ¿cómo estás?
DIOS ZEUS dice: bien, ¿y tú?
Clau dice: bien también.
Clau dice: oye, hace tiempo que no te veía en el chat, ¿qué te había pasado?
DIOS ZEUS dice: es que me porté mal y me prohibieron usar el computador por cinco semanas.
Clau dice: ¿y cuándo cumpliste las cinco semanas de castigo?
DIOS ZEUS dice: ayer no más. Estaba desesperado más de un mes sin chat es harto.
Clau dice: ¿echabas de menos a la Daniela?
DIOS ZEUS dice: no, hace tiempo que no me gusta
Clau dice: ah, no sabía. Bueno, entonces, ¿echaste de menos a la Jofi?
DIOS ZEUS dice: ¿que si yo qué?
Clau dice: lo que leíste, si echaste de menos a la Jofi.
DIOS ZEUS dice: ¿por qué?
Clau dice: no sé yo pregunto no más
DIOS ZEUS dice: bueno, sí, sí la eché de menos.
Clau dice: ¡¿te gusta?!
DIOS ZEUS dice: sí, pero no le digas a nadie.
Clau dice: bueno.
Clau dice: ¿desde cuándo te gusta?
DIOS ZEUS dice: desde como la semana pasada, porque me mandó un e-mail diciendo que hace tiempo que no habíamos hablado, y me preguntó que por qué no me metía al chat. Lo encontré súper tierno de su parte, y ahí me empezó a gustar.
Clau dice: ¿cómo revisaste tu e-mail?
DIOS ZEUS dice: cuando fui a la casa de mi primo, me dejó usar el computador por un rato. Pero sus papás no lo dejan chatear, así que yo tampoco pude ese día.
Clau dice: no sé cómo sería mi vida si estuviera un mes sin chat. Me desesperaría, yo creo.
DIOS ZEUS dice: conociéndote, de más.
Clau dice: ¡así que ahora puedes chatear con la Jofi!
DIOS ZEUS dice: ¡sí!
Clau dice: por lo que te conozco a ti, y por lo que la conozco a ella, sé que tienen demasiado en común. ¡Deberían pololear!, ¡si son el uno para el otro!
DIOS ZEUS dice: ¿tú crees?
Clau dice: y más que creer, puedo estar casi segura.
DIOS ZEUS dice: pero si yo ni la conozco en persona
Clau dice: ¡tengo una idea! Este viernes hay una fiesta en mi colegio para la apertura del aniversario. ¡Podrías ir y ahí aprovechas en conocerla!
DIOS ZEUS dice: ¡ya! ¡Gracias, Clau!
Clau dice: de nada
Clau dice: pero tengo que preguntarte algo
DIOS ZEUS dice: dime.
Clau dice: supongo que tú sabes lo del Rafa
DIOS ZEUS dice: sí, si la Jofi me lo contó todo.
Clau dice: bueno, yo no quiero que termine sufriendo al igual que la última vez (con el Rafa), por eso tengo que estar segura de que a ti en verdad te gusta, y que no me lo dijiste de broma.
DIOS ZEUS dice: te aseguro que me gusta mucho la Jofi.
Clau dice: entonces, cuando sepamos a qué hora va a ser la fiesta, te llamaremos. Yo voy a averiguar si a la Jofi le interesas, y de ahí en adelante, yo seré cupido.
DIOS ZEUS dice: ¡gracias!
Clau dice: de nada.
Clau dice: oye, cambiando el tema, ¿por qué tu apodo de chat dice Dios Zeus?
DIOS ZEUS dice: la verdad no hay razón. Es que no quería poner Joaquín, quería ser más original, así que se me ocurrió poner el nombre de algún dios.
Clau dice: ah.
Clau dice: oye, mi hermano va a ocupar el computador. Chao, cuídate.
DIOS ZEUS dice: chao, tú también.
Jofi terminó de leer y miró a su amiga. No lo podía creer. La abrazó lo más fuerte que pudo.
-Gracias, gracias -le decía- ¡Muchas gracias, amiga!
CAPÍTULO XIII
-¡Ponte estos pantalones! -gritó Claudia.
Jofi hizo una mueca.
-Los estaba guardando para una ocasión especial -dijo.
-¡Hoy es una ocasión especial!, ¡vas a conocer a Joaquín!
Era viernes. Claudia se encontraba en la casa de Jofi. En una hora partirían a buscar a Joaquín, y después se irían a la fiesta de apertura del aniversario.
Jofi no quería ponerse esa tenida, pero Claudia tenía razón, hoy era una fecha especial, y debía aprovecharla.
Eligió cuidadosamente el peinado, los aros, la cartera y el collar. Todo debía estar perfecto.
Una hora después, se encontraban frente a la casa de Joaquín. Claudia tocó el timbre. El estómago de Jofi saltaba de nerviosismo.
Un señor salió a la puerta. Imaginaron que era el padre de Joaquín.
-¿Buscan a la Carola? -preguntó.
-No, -dijo Claudia- al Joaquín.
-Ah, esperen un ratito.
Unos segundos después, salió Joaquín.
Jofi lo miró, era tal cual salía en la foto que le había enviado. Jofi admitió que no era lo más hermoso que existía, pero ella no era superficial, para nada.
Se saludaron con un beso en la mejilla y luego se presentaron.
-Hola Claudia, hola Jofi.
-Hola.
-Hola.
Fueron uno de los primeros en llegar a la fiesta, pero el lugar no tardó en llenarse.
-¡Mira! ¡Ahí está la Matilde! -dijo Claudia.
-¿Dónde? -preguntó Jofi, mirando a su alrededor.
-¡Ahí! Al lado del niño con el polerón azul.
-¡Ah! ¡Ahora la veo! ¿Vamos a saludarla? -preguntó Jofi.
-Vamos -respondió su amiga, y Joaquín las siguió.
Matilde era amiga de Jofi desde que se conocieron, en segundo básico. Entonces eran mejores amigas, y hasta ese día, Jofi siempre la había considerado en el primer puesto, aunque fuera compartido.
Pero Matilde casi siempre era una de las últimas amigas de Josefina que se enteraba de sus secretos, por lo que ésta última sentía gran culpa. No pensó dos veces en contarle lo de Joaquín, y como ella también quería conocerlo, acordaron encontrarse en la fiesta. Ahora estaban frente a ella.
-¡Hola!
-¡Hola!
-Hola Jofi, hola Claudia.
-Te presento a Joaquín. Joaquín, esta es mi amiga, Matilde -los presentó Jofi.
-Hola.
-Hola.
-Acá hay mucha gente, ¿vamos para otro lugar? -Claudia echó a andar el plan.
-Sí, mejor vamos para ese pasillo que hay al otro lado del colegio -le siguió Matilde, y caminaron hacia allá.
Se sentaron los cuatro al final del pequeño y estrecho pasillo, y un tema de conversación no tardó en salir a flote.
Después de un rato, Claudia dijo lo que era el gran paso del plan.
-Tengo hambre, ¿quién me acompaña a comprar algo?
-¡Yo! -saltó Matilde.
Jofi y Joaquín no debían hablar. Eso era la clave del plan. Claudia sabía que ambos se gustaban, Jofi y Joaquín sabían la mitad.
Ahora los dos se habían quedado solos. Jofi sabía el próximo paso del plan, Claudia se lo había dicho.
-Oye, Jofi, tengo que decirte algo.
Ella se puso aún más nerviosa. No le contestó, no sabía cómo hacerlo. Al percibir su silencio, Joaquín continuó:
-No es por embarrar nuestra amistad, pero tú me gustas.
Jofi sonrió. El plan había funcionado a la perfección, pero ahora solo faltaba el toque final: su declaración.
-A mi también me gustas -le dijo finalmente.
Se miraron y se sonrieron.
-¿Te puedo besar? -le preguntó Joaquín.
-Sí -respondió Jofi, confundida. Jamás le habían hecho esa pregunta.
Se besaron. Jofi estaba feliz.
Matilde y Claudia se asomaron a la entrada del pasillo, pero se fueron de inmediato. No querían tocar el violín.
Jofi y Joaquín permanecieron el resto de la fiesta abrazados. La felicidad de ambos no daba más.
CAPÍTULO XIV:
-¿Aló?
-Buenas tardes, ¿se encontrará Josefina?
-Con ella -sonrió Jofi.
-¡Hola Jofi! -Habla Joaquín.
-Sí te reconocí la voz -rió.
-¿Cómo estás?
-Bien, ¿y tú?
-Bien también, muy bien, y ahora que escucho tu voz, estoy mucho mejor.
-¡Qué lindo eres! -le dijo Jofi.
-Tú más.
-¿Yo qué?
-¡Tú eres más linda! -rió Joaquín.
Y así siguieron hablando por dos horas más
-¡Jofi! ¡Ya son las diez de la noche! ¡Cuelga el teléfono! -gritó su madre.
-¡Ya! -Respondió, y luego se dirigió nuevamente a Joaquín-: Oye, me tengo que ir.
-Pucha...
-Chao.
-Chao.
-¡Cuídate mucho!
-¡Tú también!
-Te quiero.
-Yo más.
-Yo más...
-Yo más...
-¡Yo más!
-¡Yo mucho más!
-Bueno lleguemos a un acuerdo, los dos nos queremos muchísimo.
-Bueno -rió Joaquín.
Y luego colgaron.
Jofi se sentó en su cama. Sonreía feliz. Se acostó. Miraba el techo. Nada la iba a entristecer, ¡absolutamente nada!
Excepto quizás una cosa...
-¿Hace cuánto que no se ven? -preguntó Alejandra.
-Un mes entero no aguanto más lo hecho mucho de menos.
Estaban en recreo, Josefina conversaba con su amiga Alejandra.
-¿Pero cómo pueden estar tanto tiempo sin verse?
-La verdad es que sobrevivimos gracias a las llamadas telefónicas.
-¿Te llama mucho?
-Dos horas diarias más o menos. Yo lo llamo un día, y él me llama al próximo.
-¡¿Qué?! -Alejandra se sorprendió- ¡Pobres mamás!
-¿Por qué? -rió Jofi.
-Digo, por la cuenta.
-Ah sí sabemos que va a salirnos cara, pero son locuras de amor.
Las amigas se rieron.
-¿De qué se ríen? -preguntó Claudia, quien acababa de llegar al lado de Alejandra y Jofi.
-De nuestras locuras de amor.
-¿Locuras de amor?
-De lo millonaria que se va a hacer la compañía telefónica -aclaró Alejandra.
-Ah, eso -rió Claudia- del mismo Joaquín quería hablarte, Jofi.
-Dime.
-¿Cuándo se piensan juntar?
-No sé -Jofi se entristeció.
-Es que se me estaba ocurriendo una idea -dijo alegremente Claudia.
-Dime.
-Nos tenemos que juntar para terminar el trabajo de biología, ¿verdad?
-Sí.
-El Joaquín nos podría ayudar.
-¡Bravo, Clau! -dijo Alejandra.
Jofi sonrió.
-¡Gracias! -Gritó- ¡¿Cuántas cosas debo agradecerte?!
-Muchas parece -rió Claudia- pero no importa, para algo están las amigas, ¿cierto?
-¡Sí! -dijo Jofi, y sonrió a sus dos grandes amigas que se encontraban a su lado.
CAPÍTULO XV:
Tocó el timbre. Claudia salió a recibirla.
-Hola.
-Hola.
-¿No ha llegado aún?
-No, pero viene en camino.
-¿Y la Matilde llegó?
-Sí, está adentro. Pasa.
Jofi entró.
-Hola Matilde.
-Hola. ¿Nerviosa?
-Sí.
-¿Por qué estás nerviosa? -preguntó Claudia.
-Porque no lo veo en tanto tiempo -respondió Jofi.
Matilde, Claudia y Jofi debían hacer un trabajo de biología juntas, por lo que se juntaron en la casa de Claudia para terminarlo. Joaquín iría también, y así podría ver a Jofi.
Después de una media hora, sonó el timbre nuevamente. Claudia abrió la puerta. Era quien esperaban. Jofi y Joaquín se miraron, y luego corrieron para abrazarse. Permanecieron así por varios minutos, mientras Claudia y Matilde observaban felices.
-¡Te eché tanto de menos!
-¡Yo también! ¡No podía estar un día más sin verte!
-¡Yo tampoco! -dijo Joaquín, y se abrazaron aún más fuerte.
Pasado un rato, entraron. Joaquín había prometido ayudarles en el trabajo, y cumplió con lo dicho.
Cuando hubieron terminado el trabajo, Joaquín y Josefina salieron a dar una vuelta, tomados de la mano. Jofi se sentía la persona más feliz del planeta. Paraban de vez en cuando, y se abrazaban y se besaban. Luego seguían caminando.
Luego volvieron a la casa de Claudia, y aunque ni Jofi ni Joaquín querían que aquel día terminase, agradecían haber vuelto a la casa pronto, pues la madre de Josefina la fue a buscar solo cinco minutos después de que habían llegado.
Jofi no quería contarle nada a su mamá acerca de su relación con Joaquín, hasta no tener algo serio con él. Lamentablemente, algunos hechos cambiaron el cuento de hadas.
Joaquín amaba mucho a Jofi, pero aún no se sentía lo suficientemente grande como para tener algo serio con alguien. Desafortunadamente, él se enteró que Josefina quería pololear.
Un día le mandó un e-mail. Josefina lo leyó asombrada.
"Jofi:
Sé que lo mejor es que te hubiera dicho esto de frente, pero creo que es importante que lo sepas pronto, y no sé cuándo nos vamos a ver de nuevo.
Me han dicho que tú quieres algo serio, pero quiero que sepas que yo opino que a esta edad, uno aún no está listo para relaciones formales, por eso es que no te he pedido pololeo. Creo que si seguimos juntos, te voy a estar haciendo daño, porque te vas a hacer ilusiones falsas, y al final te voy a terminar hiriendo mucho.
Yo te quiero mucho, y siempre te voy a querer, pero yo creo que lo mejor es que ahora nos separemos y sigamos cada uno por su lado.
Por favor perdóname, siempre te voy a querer.
-Joaquín."
Jofi miró el e-mail que acababa de leer. Lloró. Era la primera vez que lloraba por un niño, pero lloró. Lloró hasta el punto en que no le importaba que sus papás la oyeran, pero no podía parar de llorar.
Sentía rabia. Rabia con los demás, rabia con Joaquín, pero sobre todo, rabia consigo misma. Al fin de cuentas, todo era su culpa, pues era ella la que quería pololear.
Seguía llorando. Lloraba por pena, por rabia, por angustia, por soledad, pero principalmente, por el inmenso amor que aún sentía por Joaquín.
Con sus ojos empapados en lágrimas, cogió su diario de vida, y empezó a escribir. Era la única manera de desahogarse. Relató detalladamente todo lo que había pasado. En las hojas quedaron impregnadas sus lágrimas que aún caían.
Jofi se preguntaba cuánto más duraría el llanto. No podía parar, pero no quería parar. Se estaba desahogando ciento por ciento.
Dejó su diario al lado. Ya había terminado de escribir todo. Cogió su libreta en la que escribía poemas. Estaba inspirada:
"A donde vayas
Te seguiré de lejos,
Esperaré sentada,
Viéndote madurar,
Viendo cómo pasa el tiempo
Y empiezas a crecer.
Pero algún día, espero,
Que te des media vuelta,
Y veas esa sombra
Que siempre te ha seguido...
...Que me mires con otros ojos,
Y que todo vuelva a ser
Como era antes."
18:01 Posted in Stories by Raquel Stewart | Permalink | Comments (2)